Aunque probablemente si estas leyendo ya estas familiarizado el tema, es justo que comencemos por el principio.
El economista Arthur Laffer tuvo una gran una idea, bueno en realidad la popularizó ya que, como en todo la vida hay antecendentes de otros a los que se les ocurrió antes. Su premisa es bien sencilla, de hecho según cuenta la historia se plasmo en una servilleta que se custodia en una vitrina del Bookings Institution (Washington).
¿Pero en qué consiste su planteamiento? Su curva relaciona los ingresos fiscales y los niveles impositivos. Lo que se recauda en relación a los impuestos por decirlo más claramente. La premisa es que ante un nivel de impuestos cero no se recauda nada, como es lógico. Y frente a un nivel de impuestos del 100% tampoco se recauda nada, ya que no habría actividad económica. Frente a estas dos alternativas postula que existe una curva (véase el gráfico) del que se extrae una sencilla pero importante conclusión. Una subida de impuestos no supone necesariamente una subida de la recaudación (ya que estrangula el consumo), mientras que una bajada de impuestos (debido a la estimulación de la actividad económica) puede suponer una recaudación mayor.
¿Entonces lo mejor para la recaudación es bajar los impuestos? Ojalá, pero por desgracia no es tan sencillo. Uno de los principales problemas de los postulados de Laffer es que, aunque parte de dos supuestos indiscutibles que si no existen impuestos no se recogería ningún ingreso público y de que si los impuestos absorben todos los recursos no se produciría ninguna renta, no se ha podido demostrar de forma empírica que sucede entre esos dos puntos.
Los críticos de Laffer argumentan (y con razón) que abundan los ejemplos contrarios. De hecho los casos en que la reducción de impuestos suponen también una recaudación menor son mayoría (la administración Reagan por ejemplo). Pero tampoco es incierta. Ya que también existen ejemplos que apuntan (menos a decir verdad), como en el caso de Suecia, que las bajadas de impuestos suponen un estimulo para la economía y una mayor recaudación fiscal.
¿En que quedamos? Por desgracia la respuesta es necesariamente gris. La curva resulta demasiado simple, existen variables que no se contemplan que influyen en la relación entre impuestos y recaudación. Lo verdadermente complicado sería determinar el tramo en que nos encontramos a lo largo de la curva (en la parte ascendente o descendente) para luego averiguar el punto exacto de recaudación en el que un cambio en los impuestos (de bajada o de subida) supone el punto de equilibrio para una recaudación máxima (suponiendo que ese sea el objetivo, claro).
Sin embargo, precisamente por su sencillez, las teorías de Laffer se han convertido en objeto de debate esgrimiendose como arma arrojadiza.