No es algo nuevo la cantidad de empresas que
utilizan a los animales como imagen de marca. La idea es en esencia bien
sencilla. Transferir los sentimientos que refleja el animal icono a nuestro
producto.
¿Qué tal la fuerza, nobleza y casta de un toro para
representar un Brandy? ¿O la libertad salvaje y potencia pura sangre de un “Cavallino
Rampante” para una escudería de coches deportivos?
Algunos tienen un origen anecdótico. René Lacoste, el
popular tenista francés se ganó el sobrenombre del “Cocodrilo” en 1927, cuando
prometió comprar al capitán de su equipo en la Copa Davis una maleta de piel de
cocodrilo si conseguía ganar a Estados Unidos. Robert Goerge, amigo de Lacoste,
decidió coserle en el polo con el que jugaba la imagen del animal. El símbolo
alcanzo rápidamente una gran popularidad que el tenista aprovechó asociándose
con una compañía textil para comenzar a fabricar camisetas con el bordado.
Otras veces, el origen es calculadamente
contradictorio. En 1953 Arthur Paul diseñó un conejito como logo para la
revista para adultos Playboy. La idea era aprovechar “la connotación del humor sexual, ya que el conejo ofrecía una imagen
juguetona y traviesa. El conejo vestido con esmoquin se asociaba, además, a la
idea de sofisticación” explica el artista. Además, también existía un
motivo editorial, ya que “tanto The New
Yorker como Esquire usaban a hombres como sus símbolos. El conejo era distinto,
y la noción del conejo vestido con un atuendo formal, nocturno, parecía
encantadora, divertida... y correcta”.
También queda la categoría de despropósitos. El
anuncio que ilustra el texto todavía podemos encontrarlo en vallas
publicitarias de Valladolid en la Avenida de Salamanca. En este caso la empresa
busca subrayar las ventajas de su financiación apoyándose en la imagen de un
vampiro, y juegos de palabras facilones como “con nuestra financiación está
chupao” o “date el piro vampiro”.
¿De verdad que de todos los animales del reino
animal, un vampiro, según la RAE (persona
codiciosa que abusa o se aprovecha de los demás) es la imagen que quieren
que los clientes asocien con sus préstamos? Por fortuna no escogieron una
sanguijuela, tal vez, por ser más difícil de representar.
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