lunes, 12 de septiembre de 2011

Radiografía de una crisis Sistémica


Todo comienza con un pequeño país junto a la costa llamado Grecia. El caso es que los líderes de este país, animados por sus ciudadanos, comienzan a gastar más de lo que ingresan. Algunos de estos gastos son sin duda razonables, otros, víctima de la vanidad de la popularidad, ridículos. La única forma de mantener esta situación es por supuesto de prestado.

Todos tenemos instalada la imagen de que un país, tal vez por ser muy grande, no puede quebrar. Y tal como repite un amigo mío, lo que no funciona en una familia  tampoco puede valer en una empresa o una nación. El caso es que los bancos (alemanes y franceses principalmente) se animan y comienzan a realizar prestamos. A medida que las cuantías aumentan también los intereses asociados a estos préstamos. Debe ser que los asesores de riesgo de los bancos estaban de vacaciones. Pero el caso es que cuentan como beneficio lo que debería ser una provisión.

Con el cambio de gobierno en Grecia se destapa, lo que era evidente para cualquiera pendiente y con sentido común. El nuevo ejecutivo de Yorgos Papandreu se ve obligado a revisar al alza dos indicadores clave: el déficit público acumulado en 2009 pasa a ser de un 12,7% y la deuda se eleva hasta el 113,4% del PIB.

Llegado a este punto este punto está claro que con (malvadas) agencias de rating o sin ellas, a los griegos nadie les va librar de un duro ajuste. Mayor por cuanto han mantenido la farsa por más tiempo. Hablamos por ejemplo de subir el IVA un 4% y reducir los salarios públicos en más de un 15%. 

Mientras tanto aquí en Europa se comete el gran error. Temen que la caída de Grecia pueda arrastrar a las principales entidades financieras (la banca europea dispone del 81% de la deuda pública griega), y que ese efecto contagio arrastre a las empresas asociadas a dichas entidades. En vez de rescatar a los bancos afectados se intenta rescatar a Grecia. El ajuste griego va despacio y cuando necesitan emitir deuda no le faltan compradores, ya que total Europa responde, lo que hace que los intereses de su deuda crezcan y crezcan. Los planes de rescate se suceden, el dinero público se va evaporando (unos 110.000 millones de euros de rescate por ejemplo), y el riesgo sistémico no desaparece. Lo describe muy bien Juan Ignacio Crespo, analista de Thomson Reuters "Cuanto más se aumentaba el volumen del rescate, más se veía la magnitud del problema. Porque suponía un alivio momentáneo, pero luego asustaba darse cuenta del agujero al que nos estábamos enfrentando".

Las (malvadas) agencias de rating empiezan a aguijonear a otros países (España, Portugal e Italia principalmente). Temen a sus crecientes niveles de deuda pública y por tanto su posible insolvencia. En nuestro caso patrio desde luego no ayuda que los cambios de gobierno de las pasadas elecciones hayan destapado deudas no contabilizadas (sospechosamente similares a las de nuestros vecinos helenos). Por ejemplo, las acusaciones del nuevo ejecutivo de Extremadura hablan de un déficit destapado del 6,81% (1.240 millones de euros), cuando el máximo previsto por el Estado para todas las autonomías es del 1,3%

¿Cómo acaba esta historia? Depende. Y es que lo que le conviene a Grecia y Europa son dos cosas distintas. Para los griegos lo mejor sería declarar un default en toda regla. Suspender los pagos de sus deudas y asumir su ajuste (brutal) en un año o dos. Si lo hacen bien en tres años pueden volver a estar creciendo de forma solida y no con pies de barro como hasta ahora. Mientras a los europeos lo que nos conviene es que Grecia asuma las obligaciones de sus préstamos y realice un ajuste (brutal) aunque forzosamente más largo.

¿Y quién tiene la culpa de todo esto? Que cada cual elija en función de su ideología y/o conveniencia. 

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