A veces las empresas se
centran en el corto plazo, las urgencias de hoy se imponen y se olvidan de planificar,
innovar y adaptarse para el mañana. ¿Poco importante? En 1984 los beneficios de
IBM alcanzaban 6600 millones de dólares, tan solo 6 años más tarde 5000
millones en pérdidas. Del todo a la nada. IBM dominaba un sector, el de los
ordenadores, que no ha parado de crecer desde entonces. Sin embargo el “gigante
azul” resultaba demasiado mastodóntico, su gigantesca estructura hacía que
hasta los errores resultarán previsibles. Necesitaron del apoyo de dos pequeñas
empresas, insignificantes ratones a su lado, pero más agiles y con una apuesta permanente por la
innovación. Una se llamaba Microsoft, la otra Intel. Su éxito acabo ahogando al
del gigante IBM que tuvo que asumir el enorme coste de reorientarse. En la
actualidad, más de la mitad de sus ingresos proviene de sus ramas de
consultoría y servicios, y no de la fabricación de equipos. Y es que
“sobrevivir” sin “innovación” es solo la mitad del camino.
Lo define de forma
clarividente Henry Ford: “He visto
grandes empresas convertirse en la sombra de sí mismas porque alguien pensó que
podían seguir siendo dirigidas en la forma en que siempre lo habían sido, y
aunque la dirección pudo haber sido excelente en su día, su excelencia deriva
de su estar alerta a los desarrollos del momento y no del seguimiento servil de
las prácticas del pasado”.
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