martes, 27 de septiembre de 2011

Los elefantes pueden bailar


A veces las empresas se centran en el corto plazo, las urgencias de hoy se imponen y se olvidan de planificar, innovar y adaptarse para el mañana. ¿Poco importante? En 1984 los beneficios de IBM alcanzaban 6600 millones de dólares, tan solo 6 años más tarde 5000 millones en pérdidas. Del todo a la nada. IBM dominaba un sector, el de los ordenadores, que no ha parado de crecer desde entonces. Sin embargo el “gigante azul” resultaba demasiado mastodóntico, su gigantesca estructura hacía que hasta los errores resultarán previsibles. Necesitaron del apoyo de dos pequeñas empresas, insignificantes ratones a su lado, pero más agiles y con una apuesta permanente por la innovación. Una se llamaba Microsoft, la otra Intel. Su éxito acabo ahogando al del gigante IBM que tuvo que asumir el enorme coste de reorientarse. En la actualidad, más de la mitad de sus ingresos proviene de sus ramas de consultoría y servicios, y no de la fabricación de equipos. Y es que “sobrevivir” sin “innovación” es solo la mitad del camino.

Lo define de forma clarividente Henry Ford: “He visto grandes empresas convertirse en la sombra de sí mismas porque alguien pensó que podían seguir siendo dirigidas en la forma en que siempre lo habían sido, y aunque la dirección pudo haber sido excelente en su día, su excelencia deriva de su estar alerta a los desarrollos del momento y no del seguimiento servil de las prácticas del pasado”.

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