jueves, 6 de octubre de 2011

I+D vs Innovación


Los políticos siempre andan a vueltas con el I+D (investigación y desarrollo). A menudo se presenta como la clave del progreso de una nación. El problema es que en España, gastar en I+D no supone en absoluto obtener ningún retorno de esa inversión.

Si por ejemplo empleamos 500 millones de euros, de dinero público claro, en Arqueología, es probable que mejoren nuestros conocimientos de Zapoteco antiguo (una de las primeras lenguas mesoamericanas) y de hecho, ese conocimiento enriquecerá nuestras vidas. Sin embargo de ahí a pensar que esa inversión puede mejorar la competitividad de una país, media una gran distancia. Y es que en España, se tiende –salvo cuatro honrosas excepciones- a realizar fantásticas tesis doctorales cuyas aplicaciones prácticas son cuanto menos escasas. Y si acaso desarrollamos ideas viables y con un valor desde un punto de vista productivo, la gran distancia entre la universidad y empresa, hace que este conocimiento permanezca en un cajón en el olvido.

Y es que en el caso de la I+D, para que esta se traduzca en innovación, además de la importante financiación, hacen falta al menos dos condiciones más.


Focalizar. Está claro a que los políticos les encantan los “chismes” electrónicos, grandes y con muchas lucecitas. Desde luego las naves espaciales o las macro-computadoras son  una apuesta sexy, en la que todos quieren aparecer en la foto. Pero, desde la producción de la patata, los tintes en el sector textil o los distintos materiales para el embotellado, resultan igualmente claves para un país que quiera tener una industria basada en la calidad y no el producir barato (por el diferencial de los salarios).

Retorno. Toda inversión se realiza con la idea de obtener unos beneficios. Desde luego el campo de la I+D es especial, y se ha de ser especialmente paciente en campos cuyas investigaciones pueden  tardar años en dar resultados factibles. Sin embargo aquí nos encontramos en el extremo en el que apenas cuentan los resultados obtenidos. Muy diferente de Estados Unidos donde las universidades compiten por los mejores investigadores, por conseguir dinero para sus proyectos, por captar a los alumnos más brillantes. En definitiva, compiten y compiten, y esa competencia es los que los conduce a la élite.

No hay comentarios:

Publicar un comentario